Noche de paz y de amor. Noche de estar sumidos en el profundo mensaje que la tradición nos desvela un año más. Una tradición que se renueva año tras año a pesar de que para muchos sólo signifique una excusa más para seguir adelante. Un niño nace en la cueva en el solsticio de invierno. Pero además, un rayo de luz nace en el corazón de los humanos, esa cueva que llevamos dentro y desde la que renacemos una y otra vez, en cada ocasión que sentimos la llamada de seguir los pasos de nuestro propósito. Porque allí, de forma simbólica y verdadera, yace el mensaje, yace la llama que nos debe guiar por la oscuridad brillante, por esa noche infinita donde el alma muere una y otra vez para renacer en las cuevas de los hombres. Esta noche alguien encenderá una vela y bendecirá los alimentos. Dará gracias en familia por estar unidos y sentirá en la alegría del reencuentro el mensaje que une a la raza humana. Sólo el amor, la paz y la hermandad puede distinguirnos como verdaderos seres de las estrellas. Pues que sean ellas las que nos guíen hasta la cueva y podamos adorar al niño-Amor.
Últimos comentarios